En el año 2013, tuve la enorme oportunidad de trabajar en el campo petrolero Eden Yuturi, situado en el oriente ecuatoriano, a 3 horas en lancha rápida desde El Coca por el Río Napo. Fue una de las experiencias más satisfactorias, tanto a nivel profesional como humano y ecológico. Para ingresar a dicho campo, tuve que someterme a exámenes médicos rigurosos para comprobar mi buena salud. Esto implicaba recibir todas las dosis de las vacunas necesarias para prevenir enfermedades infectocontagiosas (5 en total). Asistí a inducciones antes, durante y después (en el transcurso de varias semanas), que incluían un examen riguroso de manejo preventivo para poder circular dentro de las instalaciones de la estación petrolera. Durante estas inducciones, se me enseñó cómo proceder en todos los campos de trabajo del bloque. Debía cumplir estrictamente con todos los requerimientos, sin dar lugar a especulaciones ni fallos.
Estas inducciones, además de asegurarme un buen desempeño en el trabajo, me obligaban a mantener una relación correcta con el medio ambiente y, sobre todo, con los grupos humanos cercanos al campo. Dicha experiencia me ha capacitado tanto profesionalmente como en términos de conocimiento, para emprender el desarrollo del presente escrito. Además, he contado con el apoyo de ingenieros que llevan mucho tiempo trabajando en la industria petrolera.
El colectivo ecológico “Yasunidos” ha vuelto a poner activo, después de 10 años, algo que me parece extemporáneo y fuera de contexto, el proyecto de llevar a consulta popular la pregunta
¿Está usted de acuerdo con que el gobierno ecuatoriano mantenga el crudo ITT, conocido como bloque 43, indefinidamente bajo el subsuelo?”.
La pregunta busca la aprobación para suspender la explotación petrolera en el bloque del Yasuni, específicamente en Ishpingo, Tambococha y Tiputini. Esta exploración se ha llevado a cabo durante más de 7 años. Es inaudito que se pretenda suspender esta explotación petrolera a través de una consulta popular, ya que va en contra de toda lógica y sentido económico. Además, es un grave error, un crimen e incluso un asesinato social. El colectivo Yasunidos ha estado buscando este proyecto durante 10 años, pero en la época del presidente Correa, al no encontrar apoyo internacional para evitar la explotación del bloque, él decidió llevarla a cabo y, por lo tanto, se archivó el proyecto de consulta popular.
Es decir, este grupo ecológico no había buscado este sufragio debido a que estaban dentro de un gobierno afín. Sin embargo, ahora han logrado, mediante el apoyo de la Corte Constitucional, plantear la pregunta a través de una consulta popular. Es evidente que la finalidad es dañar la economía del estado ecuatoriano y perjudicar la única fuente de ingresos que nos puede beneficiar como nación, todo bajo la excusa de un daño ecológico que en realidad no existe. Todo esto se basa en una trampa política para desestabilizar al gobierno actual tanto políticamente como económicamente. Se busca satisfacer el voraz apetito de una clase política que quiere retomar el poder, cumpliendo con los caprichos de un individuo psicópata y narcisista que, desde un ático en Bélgica, tiene oscuras intenciones de destruir al Ecuador.
Esta propuesta está siendo respaldada por otros colectivos ecológicos y, sobre todo, por la CONAIE, que claramente tiene una política de promover el conflicto y la inestabilidad. ¿Por qué no se planteó esta consulta antes de iniciar la explotación? La respuesta es muy simple: porque el ITT, tal como fue concebido, era muy beneficioso para los ingresos del gobierno de ese momento. ¿Cómo podemos confiar en una decisión tomada mediante una consulta? Es algo nefasto.
Esto no tiene que ver con nuestra valentía ni con derrochar optimismo. Si la consulta gana y se aprueba la suspensión de la explotación petrolera en el Bloque 43, realmente estaremos en una situación difícil. Debemos oponernos a este proyecto y luchar incansablemente para que no prevalezca. De lo contrario, nos convertiremos en cómplices de un futuro incierto para nuestra nación.
Mis colegas ingenieros y yo llamamos a esos individuos «ecologistas de iPhone«, no porque estemos en contra de estos dispositivos, al contrario, yo mismo los uso. Lo hacemos para destacar que están tan absortos en sus teléfonos que carecen de la voluntad de conocer y visitar el Yasuní y la explotación petrolera que ocurre allí. Parece que solo desean adecuar su comportamiento a los patrones del idealismo ecologista. Los vemos como personas privilegiadas que juegan a ser ambientalistas, respaldados por ONG internacionales que les aseguran su estabilidad económica. Ahora se han convertido en meros peones de los movimientos políticos que buscan caotizar al país. Es terrible que nos dediquemos a hundir a nuestra necesitada nación, todo debido a los sueños de aquellos que viven cómodamente y tienen el dinero para pretender ser ambientalistas, sin preocuparse por aquellos que realmente necesitan los recursos del petróleo y los empleos que genera una actividad petrolera bien gestionada, como están haciendo en el ITT.
En términos simples, coloquiales, quieren matar a la única “gallina de los huevos de oro” que tenemos, no solo quieren matarla sino hacer caldo con ella. Pero no solo hay que llenarnos de argumentos idealistas, sino hay que ser objetivo, preciso en los datos que corroboran lo dicho anteriormente:
La producción actual en el ITT representa 100,000 barriles/día * 365 días a un precio promedio de 50 USD/barril, lo que resulta en 1825 millones de dólares al año. Durante diez años, proyectando la explotación, esto equivaldría a 18.250.000.000 USD. Si se suspende la producción, se perderían esos 18.250 millones de dólares, lo cual causaría un daño económico a las finanzas del país de alrededor de 1850 millones de dólares al año. Además, no se deben pasar por alto las plazas de trabajo perdidas, que podrían ser alrededor de 1,500. Además, habría que seguir subsidiando los combustibles. No es necesario ser un experto en finanzas para darse cuenta de que algo no encaja.
Estos son los datos sobre las pérdidas por importaciones, pero también debemos ir más allá de los números y enfrentar todas las realidades. Si disminuyen las exportaciones, especialmente las del petróleo, las importaciones aumentan. ¿Cómo se compensan esos gastos estatales? Se crean impuestos, lo que hace que Ecuador tenga menos recursos (menos dólares debilitan la dolarización). Es interesante notar las diversas coincidencias letales, en esta consulta. Todos los enemigos del Estado y sus ideas convergen en el proyecto de cerrar la explotación en el ITT.
Menos exportaciones significan menos empleos. Además, la cancelación del bloque 43 resultará en pérdidas de empleo, dejando a cientos de técnicos de diferentes niveles sin trabajo. Esto dañará el mercado laboral, ya que los salarios se reducirán considerablemente en esas áreas. Cuando los salarios disminuyen, el consumo de productos también se reduce, lo que a su vez implica menos empleos en las empresas que producen esos productos. En resumen, es una cadena de consecuencias que espero que ustedes sean capaces de reconocer lo desastroso que sería el futuro si esa propuesta resulta ganadora..
Pero no todo se reduce a las pérdidas económicas por exportaciones. No se puede simplemente suspender la explotación y marcharse dejando todo atrás. También entran en juego las pérdidas asociadas al desmantelamiento de los equipos que actualmente se utilizan en la extracción de petróleo. Es necesario apagar los pozos, desmontar todas las instalaciones, retirar los equipos y sellar los pozos con una tapa de cemento reforzado para evitar cualquier fuga de petróleo y la contaminación de la selva. Además, debemos prevenir la posibilidad de que en el futuro se intente una explotación artesanal. Esto implica desmontar toda la infraestructura construida con tecnología de ingeniería avanzada, como los oleoductos de 24″ de diámetro, que han sido construidos con altos estándares ecológicos. También se deben desmantelar los inmensos tanques de almacenamiento de petróleo, los cuales son igual de seguros en su funcionamiento que un aeropuerto. Antes, las operaciones de extracción eran manejadas por empresas extranjeras que priorizaban sus intereses, pero ahora son gestionadas por Petroecuador con altos niveles de seguridad y por técnicos nacionales capacitados, quienes saben cómo trabajar en la extracción de nuestro valioso recurso.
Desmovilizar los campamentos y equipos logísticos implica desmantelar y retirar todas las estructuras utilizadas en la explotación. Las plataformas, que son los terrenos nivelados donde se instalan los equipos, deberán ser restauradas para que la selva vuelva a su estado original. Además, surge el problema de que las empresas extranjeras, al ser obligadas a abandonar la explotación, buscarán recuperar la inversión realizada. Debido al cierre abrupto, es probable que no puedan obtener la rentabilidad esperada y, por lo tanto, podrían presentar demandas millonarias contra el Estado ecuatoriano. Esto aumentaría el riesgo país, lo cual tendría un impacto negativo en la confianza de las empresas para invertir en nuestro territorio. Si unos 50 ecologistas ciegos logran dañar toda su inversión, ¿qué empresas estarían dispuestas a invertir en nuestro país? Esto lo menciono considerando otros casos, como la explotación minera realizada por consorcios mineros de renombre.
El ministro de Energía actual, Fernando Santos Alvite, indicó que los costos de abandono del campo, que incluyen el cierre de pozos, taponamiento y remediación ambiental, serían al menos de US$ 467 millones. La pérdida de empleo y compensación social a lo largo de 20 años ascendería a US$ 251 millones. Además, las inversiones realizadas hasta el 2023 y que ya no generarían un retorno sumarían US$ 1.952 millones. Por otra parte, se estima que las pérdidas asociadas a la no producción de este bloque ascenderían a $ 13.800 millones. Es evidente que se trata de una situación en la que se perderán miles de millones de dólares, como si fuera un pozo sin fondo.
Abordemos el tema ecológico, lo que hay que tener en cuenta es que el ITT ya está funcionando hace años y la fauna y la biodiversidad sigue igual. No es que recién se va iniciar con la explotación y no sabemos qué pasará.
La superficie del Parque Nacional Yasuní comprende 1,030,070.19 hectáreas, mientras que el área de intervención del proyecto ITT dentro del parque nacional Yasuní abarca actualmente 81 hectáreas, es decir, el 0.0078%. Aunque inicialmente se permitían 300 hectáreas, lo cual representaba el 0.029%. El área que ocupa el bloque ITT es realmente mínima, pero esto no es en realidad una disculpa, ya que un pequeño derrame puede ocasionar una gran pérdida ecológica tanto en la selva como en el agua, lo cual sería extremadamente dañino. Considerando que el peor escenario es un derrame, hoy en día existen muchas herramientas para el monitoreo y control de los bienes petroleros. Con suficiente anticipación, se puede saber cuándo se deben cambiar tuberías o tanques debido a daños o corrosión. Pero esto no solo puede ocurrir en el Yasuní, sino también en Mindo, Papallacta o en la reserva ecológica Cayambe Coca, por donde pasan los dos oleoductos trans-ecuatorianos. Sin embargo, a los Yasunidos no se les ocurriría provocar el levantamiento y clausura de todo el oleoducto. Un ejemplo válido es el derrame de petróleo de Petroecuador en la laguna de Papallacta hace años. Se realizó la remediación ambiental y la laguna sigue tan bien como antes.
Respecto a los grupos étnicos que habitan este parque protegido, la comunidad Huaorani no vive cerca de las plataformas del ITT, como se puede ver fácilmente en los mapas adjuntos. Por lo tanto, no es válido afirmar que estas poblaciones se contagian de enfermedades infecciosas transmitidas por los trabajadores del bloque. Los Huaorani que «habitan» esa área del parque se encuentran a 5 horas de distancia en canoa. En cuanto a los Tagaeri y los Taromenani, nadie sabe exactamente dónde se encuentran, y es absurdo que los ecologistas los ubiquen en un lugar específico. La entrada al Parque Nacional Yasuní está a 4 horas en bote rápido desde El Coca. No todo el mundo puede ir allí y entrar.
Hay varias comunidades, por no decir todas, que dependen de los negocios asociados al petróleo, como el transporte en barcazas y la alimentación. Además, existen pequeñas empresas que prestan servicios a las petroleras, como el catering. Muchos comuneros entrevistados afirman que no han sido consultados por los grupos ecologistas y que se han visto excluidos de las decisiones relacionadas con la consulta. Lo único que manifiestan es que desean tener trabajo.
Todos los campos petroleros tienen la obligación de proporcionar servicios médicos gratuitos de alta calidad a los habitantes de la zona. He comprobado personalmente la calidad de estos servicios. Sin embargo, en caso de que el bloque 43 no exista, ¿a dónde irían las tribus que necesitan ayuda médica? Tendrían que viajar en bote durante varias horas hasta llegar a la población más cercana.
Las comunidades que se benefician actualmente de los proyectos con servicios y mano de obra dentro del Parque Yasuní podrían verse obligadas a deforestar el parque debido a la falta de ingresos. La madera solía ser su principal fuente de trabajo hace algunos años. Sin darse cuenta o tal vez con pleno conocimiento, los Yasunidos están contribuyendo a una mayor destrucción. Sería mejor que se dediquen a investigar y abordar la deforestación a gran escala en diferentes áreas de la Amazonía. Además, deberían enfocarse en evitar que los comuneros consuman los huevos de las tortugas chalapas, ya que estas se encuentran en peligro de extinción.
En conclusión, defenderé firmemente los argumentos mencionados anteriormente. Cualquier opositor a estos hechos será recibido, o mejor dicho, rechazado. Tengo muchos más puntos que mencionar, pero debido a la falta de espacio, he tenido que omitirlos. La verdad es que no busco «likes», sino votos en contra de esta propuesta nefasta.
Antes de enumerar los enlaces donde obtuve las fotografías, quiero agradecer de manera especial al grupo de ex compañeros y colegas egresados de la Facultad de Mecánica de la EPN por su desinteresado aporte para la redacción de este ensayo. Sin embargo, quiero expresar mi agradecimiento personal a:
Ing. Nelson Delgado.
Ing. Robin Toscano
Ing. Víctor Ayala
Ing. Patricio Aldean
Ing. Otto Oliva
Ing. Byron Sánchez
Ing. Carlos Larreategui.
Sobre todo a mi gran amigo Ing. Alecksey Mosquera.
Gracias por el aporte profesional brindado
Enlaces de las fotografías: “https://cdnimg.bnamericas.com/jHZHPUQGPJnXIvklsYIZaMMqOGWrvBYWuuGKWaHFoTwQYRupaWHIHCwzLRklZcLd.jpg” “https://pbs.twimg.com/media/EFvfi9TX0AYTOOi?format=jpg&name=large” “https://sedemi.com/wp-content/uploads/2022/05/Boletin-Tanques-1000x565.jpg” “https://media.primicias.ec/2019/05/30155630/TORRE-PETROLERA-1.jpg” “https://cdnimg.bnamericas.com/wlWxemCzZVEanHPwdFRcOwMuFsFypePxZvIpRloqtKhJtiISdZudBWdZrlmfhfXL.jpg.” “https://www.recursosyenergia.gob.ec/wp-content/uploads/2019/11/43-ITT.jpg” “https://media.primicias.ec/2021/03/30032708/Bloque-43-ITT-web.jpg” “https://pbs.twimg.com/media/ExMTH2dVoAgk9sW?format=jpg&name=4096x4096” “https://imgs.mongabay.com/wp-content/uploads/sites/25/2018/02/04160537/yas-2.jpg” “https://ame.gob.ec/wp-content/uploads/2022/03/Lancha-1.jpg” “https://www.juiciocrudo.com/pics/square/1200x637/adf767a5a2fdef56b83976b8b4692109ae0e70db.jpg” “https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTtcLUcGCOZ7U-c88TAbtpKhn2FfXdKn-qsSbb_R64PGP-nwp44uyiDZ2Jk83FKmH1FihA&usqp=CAU” “https://www.parks-and-tribes.com/amazon-rainforest/amazon-expeditions/public-speed-boat.jpg” “https://2.bp.blogspot.com/-aMlz9lQtVS0/UWijqV4po3I/AAAAAAAAAEg/VJt7s9mAIyI/s1600/tagaeris.jpg” “https://hablemosdeculturas.com/wp-content/uploads/2019/02/tagaeri-2-8.jpg” “https://imgs.mongabay.com/wp-content/uploads/sites/25/2018/05/23183805/IMG_58191.jpg”